La guerra de las marcas

Tener claros los parámetros legales a la hora de escoger la marca para sus productos es fundamental para el éxito de los negocios. Evite acciones civiles y penales, o demandas por competencia desleal, al utilizar nombres o íconos reconocidos y posicionados.

Caminar por la reconocida calle 22 del Barrio Santa Fe en la capital del país, puede no solo abrir el apetito de transeúnte de manera exorbitante, sino que además,  puede llenarlo de confusión al no saber cuál de las versiones del reconocido asadero de pollos, Surtidora de Aves (que existe desde 1960),  es realmente la que tiene ?La receta original? para degustar el mejor pollo.

Este es uno de los casos más so-nados de guerra marcaria en el ámbito empresarial ya que en el sector se pueden encontrar lugares como El surtidor de Aves de la 22, Surtidora de la 22, Asadora de aves de la 22, Surtiaves y Surtidora de Aves, entre otras. En todos estos establecimientos, la similitud no solo es de nombre, también de colores y diseño del logotipo, muy parecido al restaurante original creado hace más de 50 años. 

A mediados de la década de los 90, la empresa tenía más de 600 negocios que utilizaban el prestigio de su marca para comercializar pollo y comenzó a esquivar todo tipo de inconvenientes, a tal punto que tuvo que cerrar varios establecimientos e iniciar un proceso legal para tratar de recuperar el prestigio.

Este drama que viven grandes, medianos y pequeños empresarios del país afecta no sólo al dueño de la marca sino a quienes deciden imitarla, exponiéndose a problemas legales, pérdidas económicas y hasta al cierre del establecimiento.

Empresas de la talla de Arturo Calle, Tommy Hilfiger, El Corral, Ecopetrol, Agrocampo, Terpel, Juan Valdez y la cadena Starbucks, que recién ingresó a Colombia, también se han visto afectadas por el uso indebido de su imagen y de su marca. Hace dos años, por ejemplo, la cadena Starbucks, para instalar su primer local en el país, tuvo que iniciar un proceso legal contra la dueña de un establecimiento ubicado al norte de Bogotá, que montó una cafetería llamada Starbooks Café, con un logo por poco idéntico al de la multinacional.  Este caso afortunadamente terminó en una conciliación con la propietaria del negocio local, contrario al de Surtidora, que aún tiene pleitos vigentes.

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