Fruto Salvaje: Emprendimiento derivado de una mala experiencia

Lo que comenzó en la cocina de una residencia universitaria, con frutas en cuarentena,  ungüentos y mascarillas caseras, es actualmente una de las marcas más reconocidas en venta online para el cuidado capilar. Una autodidacta, ?empeliculada? con hacer de su historia personal una empresa, está detrás de su éxito.

Haber caído tanto, sin aprender nada: Ese es tu fracaso?. Con esta frase, Marcela Aristizábal, una mujer manizaleña, emprendedora y obstinada les da la bienvenida a sus casi 300.000 seguidores en una de sus redes sociales.

Ella hoy luce radiante; una melena negra de más de un metro de larga es la mejor prueba de que los productos que ella misma creó hace más de cuatro años tienen buenos resultados. Si bien muchas historias de emprendimiento parten de la necesidad, la de Marcela inicia con algo similar a  una parábola sobre el perdón, ?Gracias a lo que él me hizo, hoy tengo  la oportunidad de ayudar a muchos seres humanos?. Lo expresa con perdón, recordando al ex novio que decidió un día, por obsesión, mandarle a poner un sombrero lleno de pegante bóxer en la cabeza. Su afán por retirarlo hizo que se pusiera gasolina; una mezcla fatal para sus ?hebras capilares?. Las consecuencias: muerte del folículo piloso y quemaduras en el rostro, algo muy similar a una herida con ácido.

Fue este el motivo, y principal motor, para que esta autodidacta, apasionada y empírica empresaria, investigara por doquier la composición química de las frutas y tras superar pruebas y errores, logró obtener una fórmula magistral para el cuidado capilar. Su obstinación la ha llevado a posicionar su producto, Fruto Salvaje, en más de 350 puntos de venta en el país, con laboratorio propio en la ciudad de Medellín, donde cuenta con más de 60 empleados   directos y con la claridad que las tecnologías son el mejor aliado para potencializar un producto. No fue fácil. Recuperarse y confiar era lo más importante. De ese momento, empresarialmente hablando, recuerda que el que hoy es su esposo, Jonnathan Calle, le regaló  120.000 pesos para que empezara el negocio.

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También que su hijo mayor le pelaba las frutas, y ella le pagaba por etiquetar las bolsitas donde distribuía el producto a amigas y conocidas. Gracias a las redes sociales, el nombre de Marcela Aristizábal se volvió viral, no solo por su estilo de vida sino por su tratamiento. Fue en este momento en el que decidió unirse con su socio y esposo para convertir este tratamiento en la marca Fruto salvaje, que actualmente cuenta con una completa línea de productos para el cuidado personal, los cuales incluyen tratamiento capilar artesanal para día y noche, champús para cada tipo de cabello; aceite natural a base de extractos de la naturaleza, acondicionador y crema para peinar que no necesita enjuague.

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