Ética: factor clave en los socios familiares
Una definición de la ética proviene del vocablo griego Ethos, que significa habitación o morada, y hace referencia a la moral de cada persona. De esta forma, la ética cambia en las empresas si se construye desde la estructura de una persona.
El sistema moral, es decir el que mora en una persona, consiste en sus fundamentos, raciocinios, fines y hábitos, que dan lugar a la conformación del cuerpo teórico de la ética. Este sistema moral tiene dos propiedades fundamentales: la armonía o coherencia con el fin que se persigue, y la posibilidad de calificar las acciones de buenas o malas, con base en una veracidad real y no en la percepción del sujeto.
Como hay normas establecidas en diferentes contextos en los que el individuo actúa, es clara la delimitación que siente al no poder obrar con plena libertad de sus deseos, en observancia de lo establecido. Esto obliga a la dominación de sí mismo, convirtiéndose en el único ser capaz de asumir para sí conductas éticas, conductas que se originan desde su propia estructura, la cual está constituida por la libertad y por los elementos de voluntad y conocimiento. Con la libertad, la persona decide qué hacer consigo misma.
Con la voluntad se le posibilita, apoyado en la razón, a que actúe acogiendo algo como bueno, útil, necesario y digno. El conocimiento, por su lado, es un insumo para la razón, que se requiere para que obre la voluntad.
El conocimiento, por su lado, es un insumo para la razón, que se requiere para que obre la voluntad. Morando o existiendo en esta estructura de libertad, voluntad y conocimiento, es como se hace la persona, en búsqueda de su propio perfeccionamiento. A esta concepción general de la ética no escapan los socios familiares.
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