De estudiante a empresario
El cambio hacia una cultura más emprendedora, la incorporación de temas de emprendimiento en universidades y el avance tecnológico, hacen que cada vez sea más común encontrarse con universitarios enfocados en construir empresa. Si este es su caso, tal vez su gran aliado puede ser la institución educativa.
Lina Orjuela es una estudiante de administración de empresas de la Universidad Piloto de Colombia. Tiene 24 años, y es la representante legal, gerente, diseñadora y hasta mensajera como ella misma dice de su propia empresa. Antes de iniciar su educación universitaria estudió Producción de joyas en el Sena, lo que la certificó con el título de Tecnóloga.
Afirma que su pasión por la joyería la sintió por primera vez cuando estaba cursando bachillerato “todo lo que cogía en mis manos, y que pudiera manipular, es decir, doblar, armar, etc., lo convertía en un arete, anillo o pulsera. Por eso decidí como primera opción estudiar en el Sena, aunque siempre tuve claro que lo mío era la administración de empresas”, asegura.
De esta forma aprendió a engastar piedras, ensamblar piezas, fabricar moldes, dar acabados y todo lo que requiere esa actividad. Sus primeros diseños, elaborados cien por ciento por ella, los realizó para una de sus mejores amigas. Es así como empezó un negocio que tomó fuerza al llegar a la universidad. Recuerda que en una de sus clases de emprendimiento empresarial escuchó testimonios de personas que habían decidido convertirse en empresarios y supo de los resultados logrados luego de seguir el instintos de emprendedores y negociantes.
“¿Empresaria yo? ¿Pero, si hasta ahora tengo 21 años?” decía. Y así fue. Tomó la decisión de crear empresa cuando sus pedidos de joyas aumentaron más de lo que imaginó, al punto que pidió ayuda a tres de sus compañeras de ese entonces para cumplir con la solicitud de una tienda de joyas para la ciudad de Medellín.
El taller de su padre, mecánico hace 22 años, le sirvió también para montar un muy artesanal espacio para sus creaciones. Recuerda que en una noche tenía a más de seis personas en ese pequeño lugar. Todos trabajando para cumplir, antes de la temporada navideña, con un pedido de anillos para una feria en Bucaramanga. Fue entonces, por la necesidad de presentar sus diseños en la feria de las colonias de Bogotá, que le dio un alias a su sueño y constituyó legalmente su microempresa. Minimalista, es el nombre con el que hoy firma sus creaciones.
El caso de Lina no es particular, por el contrario, si bien la mayoría de emprendedores que logran crear empresa suelen ser personas adultas que han recorrido cierta trayectoria empresarial, el cambio hacia una cultura más emprendedora y la tecnología, han logrado cambiar esa forma de ver a los primeros empresarios.
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